Amores, traiciones y acting: la novela no contada de Rolo Puente y Edda Bustamante

Amores, traiciones y acting: la novela no contada de Rolo Puente y Edda Bustamante

Por Agencia de Guardia

En el mundo del espectáculo criollo, donde el glamour se mezcla con la pizza con fainá después del teatro, hay historias que no llegaron a la tapa de Gente o Caras, pero que todos los que alguna vez pisaron un camarín conocen de memoria. Como diría cualquier tía en una sobremesa: “Mirá que yo no soy de andar con chismes, pero…”. Bueno, esto es uno de esos casos.

La historia entre Rolo Puente y Edda Bustamante es una de esas tramas que no necesitó libretista. Romance, infidelidad, risas, lágrimas y una cuota justa de desparpajo argentino. O sea, un culebrón digno de Pol-ka, pero con estética de los ’80.

Él, el galán del barrio, el que se metía en la casa de todos con La peluquería de Don Mateo, simpático, fachero y con esa cosa canchera del porteño clásico. Ella, la bomba del oeste cuyano, actriz, diosa y con más talento que escotes. Fueron pareja durante tres años en una época donde la televisión era en blanco y negro, pero las pasiones se vivían a todo color.

Edda lo contó sin pelos en la lengua: «Con Rolo sí fuimos pareja, estuvimos juntos tres años». Una época de teatro, gira, lentejuelas, camarines chicos y amores grandes. Pero claro, como buena historia argentina, no todo fue alegría.

Durante un viaje —sí, de esos que parecían románticos pero terminan con sabor amargo— Edda se desayunó una infidelidad. Lo encaró, y Rolo, con esa impunidad que solo un galán nacional puede tener, tiró un “¡Sabía lo que iba a pasar!” como si se tratara de un sketch de Sofovich. Y ahí es donde uno piensa: “¿Y si el amor también es actuar un poco?”.

Lo loco es que, a pesar del cuerno, la amistad sobrevivió. Porque si algo nos enseña la cultura popular argenta es que el amor puede irse, pero el cariño —y los asados compartidos— quedan. Como quien dice, “no fue amor, pero nos tenemos aprecio”.

Rolo Puente, que murió en 2011, dejó un legado de humor, ternura y frases memorables. Y un hijo, Mariano Roger, guitarrista de Babasónicos, que heredó la pasión artística desde otro género. Edda Bustamante, por su parte, sigue firme en las tablas, divina como siempre, con esa mezcla de vedette y dama que solo se consigue con años de escenario y calle.

Desde Agencia de Guardia, no podemos evitar decir que esta historia es un reflejo de lo que somos: drama, intensidad, pasión y un poquito de quilombo. Como decía Tato Bores, “la Argentina es un país que siempre va para adelante, aunque a veces parezca que vamos para atrás”. Y si hablamos de amores, ¡ni hablar!

Porque si el Bambino Veira tiraba que “la base está”, acá podemos asegurar que el corazón del espectáculo argentino late fuerte con historias como la de Edda y Rolo. Amores de otra época, sí. Pero con emociones que nunca pasan de moda.

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