Por El Archivólogo | Agencia de Guardia
Dicen que el que se quema con leche, ve una casa turca y llora. Pero parece que Mauro Icardi ya no le teme al fuego, porque abrió las puertas de su antigua mansión con Wanda Nara a la siempre polémica China Suárez, que no solo entró con sus hijos y su valijita cargada de amor… sino que también desempolvó fantasmas.
Sí, leíste bien. Mientras el Galatasaray calentaba motores para su partido contra el Kayserispor, la China ya estaba bien instalada en el ex nido marital de Wanda y Mauro, ese que alguna vez fue escenario de realities, peleas por Instagram y reconciliaciones mediáticas. Pero ahora, ese escenario tiene otra actriz principal.
El tatuaje que habló solo
La imagen que subió la China a sus stories no fue inocente. Nada en ella lo es. En la postal se lo ve a Icardi aferrado a la pierna de la actriz como quien no quiere soltar el presente… pero en el encuadre se coló el pasado.
Porque en el brazo del futbolista todavía flamea el tatuaje con los nombres de los tres hijos que Wanda tuvo con Maxi López, junto con una fecha imborrable: 07-06-14, el día que se casaron. ¿Mensaje para alguien? ¿Descuido o guiño cruel?
No es que nos guste agitar, pero… ¿la China no habrá elegido esa foto justamente por eso? Hay besos que pican, y hay posteos que punzan como aguja de tatuador.
La China llegó a Turquía con Rufina, Magnolia y Amancio, y entró al estadio del Galatasaray como si fuera una primera dama otomana. Icardi, que fue ovacionado por la hinchada, no se despegó de ella ni un segundo. Hasta les regaló a los chicos camisetas con sus nombres y a ella dos versiones personalizadas con el apodo que él le dice en la intimidad. ¿Te suena teatral? Lo es.
En paralelo, Wanda posteaba desde Italia unas fotos estratégicas, como diciendo: “Yo también sé jugar este juego”. Porque en este triángulo, los likes son municiones, y los tatuajes… documentos públicos.
A esta altura, la China ya no es la mujer que se tropieza con botines ajenos, es casi una especialista en ellos. Y si bien muchos celebran esta nueva versión familiar feliz con Mauro, otros no pueden evitar preguntarse: ¿hasta cuándo el brazo de Icardi va a contar otra historia? ¿Cuánto tiempo más vivirá Wanda entre esas paredes?
Mientras tanto, en Estambul, hay una casa que huele a novela turca, una actriz que se ríe bajito y un delantero que sigue tatuado de pasado.