🖊 Por Hernán Picus | Agencia de Guardia
Si uno quiere entender el ADN de la noche porteña, no tiene que mirar para arriba: tiene que mirar para el costado. Porque Buenos Aires no brilla por las luces de neón, sino por las mesas largas, el humo de la parrilla y esos encuentros inesperados que arman escenas más jugosas que un asado bien jugado.
Este jueves, la parrilla Elvita, en pleno corazón de Villa Luro, (Corcalán 182) fue el escenario donde el under, el teatro popular y la música de cancha se mezclaron en una cena que fue puro fuego. Y ahí estuvimos, con la grabadora en mano, levantando jugo de la carne… y de los personajes.
Mati de Los Gedes: 23 años, una hinchada y un pasaje a España
El primero que se cruzó con nuestro cronista fue Matías Lezcano, líder de Los Gedes, banda fundamental del agite argentino. Rodeado de amigos y con copa en mano, Matías contó que se van para España, de gira por Madrid y Barcelona, festejando nada menos que 23 años de Gedezismo popular.
“Esto empezó en el comedor de mi casa”, nos dijo, emocionado, mientras recordaba cómo canciones como El Correla, La Flor o Vos de bebé saltaron de las tribunas al mundo. México, Colombia, Paraguay, Chile, Bolivia… y ahora Europa. “Nunca pensamos que íbamos a ir a España”, confiesa. Pero la cumbia villera no tiene pasaporte, tiene aguante.
El Chino Maradona: de la pelota al escenario
Y si de aguante hablamos, el siguiente fue el Chino Maradona, que hoy cambia los botines por los telones. Está haciendo temporada en el Teatro Verdi junto a Romerito, con una obra que explota de gente y risas.
«Me subí a las tablas en Carlos Paz, me animé a todo: canto, bailo, actúo. Después si lo hago bien o mal… que lo diga la gente», soltó entre carcajadas. El Chino es así, sin filtro. Un tipo que le pone el cuerpo a todo, hasta al teatro popular, ese que nace en los márgenes pero se mete en el corazón.
El Teto Medina: el regreso de un clásico polirubro
Cuando parecía que la noche ya estaba servida, apareció la figurita inesperada: Teto Medina. El hombre que fue todo —cronista, animador, bailarín, sobreviviente— y que ahora se sube también al escenario con Romerito.
«Estoy contento, muy contento. Esta parrilla es una fiesta, con gente que quiero, el Chino, Romerito… todo lo que está pasando me llena el alma», nos dijo.
Sí, el Teto volvió. Y volvió en modo polirubro: un poco actor, un poco conductor, un poco amigo del barrio. El show del Teto es la vida misma.
Romerito: el alma del teatro popular
Y finalmente, apareció el gran responsable de esta movida: Romerito, productor, actor y motor del teatro de barrio, ese que se arma con talento, agite y verdad.
“El éxito del teatro está en lo que generamos juntos. Le damos lugar a gente que tiene algo para contar. Y eso el público lo siente”, nos dijo con la mirada serena de quien conoce el pulso del escenario. También destacó a Nehuen Producciones que es quien tiene mucho que ver con todo esto.
Con Romerito se entiende todo: el teatro es resistencia, pero también ternura. Y él es el que mezcla los ingredientes para que el fuego no se apague.
La noche terminó como tenía que terminar: con aplausos, brindis y promesas de volver. Elvita se convirtió, por un rato, en la gran sala porteña donde convivieron la cumbia, el teatro, el humor y el barrio.
Porque si Buenos Aires nunca duerme, es porque hay noches como esta, donde el espectáculo está en la mesa… y la función recién empieza.