Por El Archivólogo para Agencia de Guardia
Hay cosas que no se hacen. Como cobrar entrada para tu propio cumpleaños. O por lo menos, avisá antes, nene. Porque una cosa es juntar a los fans de toda la vida con globos, mozos y nostalgia noventosa… y otra es terminar pasando la gorra como si estuvieras cantando en Constitución con pista de casete.
Sí, señoras y señores: Pablito Ruiz cumplió 50 años y armó tremenda fiestonga en Lomas de Zamora, con brillos, vestuarios, torta, luces y mozos que no traían la cuenta, sino la boleta en dólares. Cien verdes por cabeza. Y muchos invitados dicen que no sabían nada. Una fiesta que empezó con “Oh mamá, ella me ha besado” y terminó con “Oh billetera, ella me ha vaciado”.
¿Sorpresa o trampa?
Todo parecía salido de una postal de los ’90. Salón con humo artificial, música retro, los hits de siempre y fans emocionados como en un capítulo de Jugate Conmigo. Pero, como diría el General, la única verdad es la realidad: te sentabas a morfar y de repente, PUM: 100 dólares de cubierto. ¿En serio, Pablo? ¿Ni una promo de 2×1?
En LAM lo contaron con detalles que dan vergüenza ajena. “En la tarjeta no decía nada de que se cobraba”, dijo Yanina Latorre, mientras Ángel de Brito lo liquidó: “Era una trampa. Me invitó como si fuera un evento glam y me vendió que iban famosos. ¡Yo pensé que iba gratis a sacarme una selfie con el pasado!”.
Fans desorientados, billeteras descompensadas
Algunos fanáticos juraron que estaban al tanto. Otros, que ni sabían dónde estaban parados. Lo cierto es que muchos quedaron pagando la fiesta, literal. Algunos pidieron prestado en plena mesa. Otros se fueron sin postre y con cara de haber caído en una promo trucha de Mercado Libre.
Desde su propio club de fans salieron a bancarlo con uñas, dientes y dólares: “Gastamos en lo que se nos canta”, tiraron. Hermoso. Libertad de mercado afectivo. Pero igual… ¿tan difícil era ponerlo en la tarjeta, Pablito? ¿Tan difícil era decir “traigan cambio” y evitar el papelón?
De ídolo pop a organizador de eventos confusos
Pablito es historia viva del pop nacional. Ícono de una época en la que los peinados con gel y los pantalones nevados eran ley. Pero esta vez, el revival le salió caro. Porque una cosa es cantar con playback en un boliche y otra muy distinta es hacerle pagar el lechón a los invitados.
El Archivólogo sentencia: los cumples, como los amores sinceros, no se cobran. Se celebran. Y si vas a pasar la gorra, por lo menos que haya sorpresita. No se juega así con la ilusión de los fans que todavía tienen el casete de “Orgullosa” guardado en una caja con fotos de los ’90.
En fin. El cumple 50 fue, sin dudas, inolvidable. Pero no por los motivos que Pablito soñaba.
Nos leemos la próxima,
El Archivólogo para Agencia de Guardia
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