El choripán: de la cancha al brunch con espumante

El choripán: de la cancha al brunch con espumante

 Por Eli B. | Especialista en LifeStyle de la Agencia de Guardia

Hay cosas que son muy nuestras. Muy ADN argento. Muy «che, no me discutas el choripán». Y si hay algo que se reinventó con el paso del tiempo, darling, es este sándwich divino de chorizo que pasó de la tribuna a los jardines de Palermo con total soltura. Porque sí, el chori es tan versátil que se banca desde un papel de diario hasta una vajilla monísima de cerámica artesanal. El choripán, mis cielas, es cool.

Hablemos de historia, pero make it chic. El choripán nace como un tentempié, allá por el siglo XIX, cuando en las parrillas improvisadas del Río de la Plata se buscaba algo que calme a la gente ansiosa (hola, presente) mientras se hacía el asado. Y ahí aparece este match perfecto: chorizo bien jugoso + pan crocante. Y ya está. Boom. Romance eterno.

«No se puede vivir sin amor ni sin choripán», diría Moria si le preguntás. Y no estaría errada. Porque si bien el chori tiene esa fama de comida callejera, de carrito en la costanera y humo que perfuma media ciudad, también se metió en cartas gourmet, menús de bodegones reversionados y eventos de moda con dresscode relax chic. Es lo que se llama un clásico transversal. Como la t-shirt blanca, pero con chimichurri.

Ahora, que quede claro: no cualquier pan y no cualquier chorizo. El pan tiene que tener cuerpo, alma, esa crocantitud necesaria para bancarse el juguito del chori sin colapsar. Y el chorizo, obvio, criollo. Bien parrillero, sin ahumar, bien de campo. Entero o mariposa, eso es cuestión de estilo. Pero si lo querés monísimo, andá por el mariposa y con salsa criolla, obvio.

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Hoy tenemos versiones de todo tipo: desde el clásico con chimi hasta el chori chipá, que es como el hijo gourmet del chori con un pan de queso tipo paraguayo, re instagrammable. Hay food trucks con luces de feria que los sirven en eventos de moda, y también bodegones donde te lo dan con una birra helada que te saca una lagrimita.

El choripán tiene esa cosa que lo hace querido por todos. Es inclusivo. El CEO de Puerto Madero lo pide en la cancha, y el pibe de barrio lo comparte con los amigos en la vereda. Es unificador, es identitario. Es cultura.

Y como decía el Coco Basile: «El fútbol sin choripán es como el café sin medialuna». Bueno, quizá no lo dijo, pero seguro lo pensó.

Así que ya sabés, el próximo finde andá por un chori. En el club, en la feria, en el restaurante de moda o en tu terraza con amigos. Con outfit de domingo y actitud de estrella. Porque el choripán, amores, no pasa de moda. Se reinventa. Y nos representa.

Besitos de chimichurri, Eli B.

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