En el dial de la historia argentina, 1991 es como esa canción que te agarra de sorpresa cuando estás cambiando de estación: conocida, pegadiza y con un dejo de nostalgia. El país entraba en su segunda década democrática con un pie en el “menemismo galáctico” y otro todavía chapoteando en la resaca ochentosa. La televisión mutaba, la política se convertía en espectáculo y el dólar era la nueva religión. Un año bisagra, con frases inolvidables, muertes dolorosas y el comienzo de una Argentina que quiso parecerse al primer mundo… aunque a veces con espejitos de colores.
El país de la pizza con champán y la Convertibilidad
Carlos Saúl Menem encaraba su segundo año de gestión con sonrisa Colgate, patillas icónicas y promesas de modernidad. En abril de 1991 se lanzó el Plan de Convertibilidad, diseñado por el entonces ministro de Economía Domingo Cavallo, con una premisa simple pero contundente: un peso, un dólar. Así nacía la ilusión de la estabilidad. El país se llenó de electrodomésticos importados, pasajes a Miami, yogures franceses y teléfonos celulares del tamaño de un ladrillo.
La inflación, que venía destruyendo bolsillos desde los ’80, empezó a bajar drásticamente. El peso argentino ganaba poder de compra y la clase media se subía a un ascensor social que parecía no tener techo. Pero el desempleo, la flexibilización laboral y la desindustrialización también empezaban a asomar como la cara B de esa postal glamorosa.
Televisión: el big bang del rating
1991 fue un año fundacional para la televisión argentina. Se concretó la privatización de Canal 11 (Telefé) y Canal 13 (Artear), marcando el inicio de una era televisiva dominada por el rating, el marketing y la competencia feroz.
Nacía «Jugate Conmigo», el programa juvenil conducido por Cris Morena, que rompía moldes con acting, juegos, educación sexual y bandas pop. Al mismo tiempo, Marcelo Tinelli consolidaba su figura con «Ritmo de la Noche» en Telefé, una mezcla de humor bizarro, música internacional y sketches inolvidables con Pablo y Pachu, Leo Rosenwasser y compañía.
Susana Giménez, por su parte, hacía su desembarco estelar en Telefé con «Hola Susana», que combinaba glamour, juegos con público y frases que quedaban tatuadas: “¿Dónde está el fax?”.
Frases inolvidables del año:
- “Estamos mal, pero vamos bien” (Carlos Menem, lema de época).
- “Ritmooo… de la nocheeeee” (Tinelli, versión karaoke).
- “Jugate conmigo, jugate la vida, jugá de verdad” (Cris Morena, nuevo mantra adolescente).
Las muertes que nos marcaron
1991 también fue un año de despedidas reales, sin confusión ni homenajes simbólicos:
- Sofovich sufrió su primer infarto y fue sometido a varias angioplastías.
- En noviembre, murió Elisa Galvé, actriz de la época dorada del cine argentino, recordada por su papel en «La guerra gaucha» (1942).
Estas pérdidas marcaron el final de una generación artística que había brillado en la radio, el cine y la primera televisión en blanco y negro.
Casamientos, romances y escándalos
1991 también fue temporada alta en el mundo del espectáculo:
- Susana Giménez y Huberto Roviralta estaban en pleno idilio, aunque el escándalo del cenicero llegaría más adelante.
- Ricardo Darín y Florencia Bas se casaban en marzo, iniciando una relación que continúa hasta hoy.
- Valeria Lynch se casaba con Héctor Cavallero, productor musical y político rosarino.
Los flashes de las revistas del corazón enfocaban tanto a las figuras del jet-set como a los nuevos rostros del menemismo que se mezclaban con modelos, actores y cantantes.
El fútbol: del Monumental a la codificación
- River Plate ganó el Torneo Apertura 1991 con Daniel Passarella como DT.
- Boca Juniors atravesaba una etapa de recambio, con Oscar Washington Tabárez como técnico y figuras como Batistuta y Latorre, que ese año emigrarían al fútbol europeo.
- Debutaban las transmisiones codificadas, un anticipo de lo que se vendría con el pay-per-view y el Fútbol para Todos.
En el exterior, Diego Maradona jugaba para el Sevilla FC, intentando dejar atrás los fantasmas del doping que lo habían marginado del Napoli y de la Selección Argentina. La relación con Claudia Villafañe se mantenía a distancia, mientras los rumores sobre su futuro en Boca empezaban a cobrar fuerza.
Cultura pop y delirio noventoso
- Luis Miguel arrasaba con «Romance», disco de boleros que lo consolidaba como ídolo romántico.
- En el ámbito nacional, sonaban fuerte Los Auténticos Decadentes, Virus, Fito Páez y Attaque 77.
- En el teatro, Pepe Cibrián y Ángel Mahler trabajaban en la preproducción de «Drácula, el musical», que debutaría en 1994 pero comenzaba a gestarse ese año.
- En el cine, se estrenaban títulos como «El lado oscuro del corazón» (Eliseo Subiela) y «Yo, la peor de todas» (María Luisa Bemberg).
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Televisión: el big bang del rating
1991 fue un antes y un después en la historia de la TV argentina. Canal 11 se transformó en Telefé y Canal 13 en Artear. La televisión empezaba a funcionar como empresa privada y el rating pasaba a ser el nuevo tótem sagrado. Se despidió para siempre el ciclo «Buenas Tardes, Mucho Gusto» y nacía el fenómeno Jugate Conmigo, con una Cris Morena juvenil y revolucionaria, metiendo acting, juegos, educación sexual y bandas pop como «The Sacados» o «Montana».
Ese mismo año Tinelli lanzaba «Ritmo de la Noche» desde Telefé, con los sketchs de Pablo y Pachu, las notas bizarras de Leo Rosenwasser y visitas internacionales como Bon Jovi, Xuxa o Joe Cocker. El prime time tenía sabor a pizza, gaseosa y risas con delay.
También fue el año en que Susana Giménez firmó su pase estelar a Telefé con su programa que combinaba juegos, famosos y preguntas filosóficas como “¿Adónde está el fax?”.
El veredicto del Archivólogo
1991 no fue un simple año: fue el momento exacto en que la Argentina decidió cambiar de frecuencia. El país abrazó la televisión privada, el dólar fijo y la ilusión de que todo podía ser «como en Miami». Se despedían íconos culturales, se consolidaban nuevas estrellas y el menemismo se instalaba como un estilo de vida, no solo como una política económica.
Desde el archivo, lo vemos claro: 1991 fue un videoclip con luces de neón, un noticiero con voz en off de locutor de ATC, y una revista Gente que marcaba agenda. Un año donde todo parecía nuevo, brillante y veloz… aunque no todo lo que brilla era oro.
Y ahí estamos nosotros, los nostálgicos, apretando “play” una vez más. Porque el archivo nunca miente. Solo espera que alguien lo escuche.